martes, 2 de diciembre de 2008

Mi presente

Ahora sólo vive conmigo mi hijo pequeño pero hago muchas cosas: voy a nadar tres veces en semana, pinto cuadros al óleo y también en cristal con unas pinturas especiales que supongo conoceréis, todos los días me doy un paseo de al menos una hora y he construído una casita de muñecas en madera, tiene tres pisos y una amplia terraza, está toda amueblada y mis hijos se dedican a cambiarme los muebles de sitio, cada uno lo pone a su manera así que nunca está igual mucho tiempo.
Por lo demás ahora llevo una vida de lo más tranquila, me gusta mucho leer y me paso el día con un libro en las manos.
Como estoy jubilada tengo que matar el tiempo de la mejor manera posible, también me gusta entrar en el blog de Mercedes Milá "Lo que me sale del bolo", ahí también puedo opinar sobre los temas que ella propone.
Y bueno sinceramente creo que ¡Ahora estoy viva! pero no penséis que os vais a librar de mí. Ya se me ocurrirá mañana de qué puedo hablar.
Hasta mañana a todos/as. Besitos.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Muerte de Vicente

También ví un par de veces a Marisol y Juani pero no las frecuenté por la misma razón.
Vicente y yo seguíamos con nuestra rutina de ponernos todos los días. Vicente enfermó de cáncer de hígado y estuvo un tiempo dándose radioterapia. Por cierto me porté muy mal con él, mi egoísmo salía siempre a relucir y en lugar de estarme con el en el Hospital cuando lo ingresaban, iba un par de días a la semana y me quedaba una hora domo mucho. El pobre me decía que me marchase que era tarde y tenía que coger el autobús de Galapagar y yo, en lugar de no hacerle caso y quedarme acompañándolo me iba a casa a fumarme mi chino.
Lo que yo no sabía era que los días de Vicente se estaban terminando, si llego a saberlo me hubiera portado de otra forma, ¿o no?
Vicente había vuelto a casa y yo estaba muy enfadada con él, le dije que se marchara pero no lo hizo y yo me fui a dormir a la habitación de mi hija que llevaba un tiempito viviendo con su novio.
El caso es que Vicente llevaba un par de días que sólo se levantaba para comer, estaba todo el día durmiendo ayudado por el “tranquimacín” que se tragaba a todas horas.
Una mañana me levanté, me duché y me fui a comprar sin ni siquiera acercarme a la habitación para ver cómo estaba. Cuando volví fui a hablar con él y me lo encontré en la cama, boca abajo y con un brazo por fuera. Era como si hubiera intentado levantarse sin conseguirlo.
Inmediatamente llamé a mi hija que vino corriendo y entre las dos (yo no me había atrevido a volver a verle) comprendimos que sí, realmente Vicente había fallecido.
Vinieron los médicos y certificaron la muerte por “fallo respiratorio”, como casi siempre que no saben exactamente las causas reales del fallecimiento.
Después de la muerte de Vicente todo ocurrió muy rápido, me fui a Canarias con mi hermano y estuve allí aproximadamente un mes, mientras tanto mi hija desmontó toda la casa y se lo llevó todo a casa de mi hermana que, tampoco estaba pero mi cuñado es un tío estupendo y se portó de maravilla con mis hijos, la mayor y el pequeño ya sabéis que se había ido el mediano-
Cuando regresé a Madrid estuve buscando casa un tiempo y al final me decidí por una en Guadarrama. No era mi ideal pero yo sólo tenía la pensión de viuda y me las tenía que arreglar. Estuvimos allí un par de años, los más aburridos de mi vida, casi no había gente en la urbanización y mi hijo tenía que ir a Madrid para el trabajo todos los día.
En la actualidad vivo en Madrid capital y sigo sin ponerme. Se tuvo que morir Vicente para que yo me desenganchara de todo. No veía a mis antiguos amigos, ni siquiera a mis cuñados, era la única forma de romper con todo mi pasado.
Besitos a todos/as.

Jandrito

Jandrito se puso con mucha fiebre y dolores de huesos. Lo llevamos al Hospital Insular y se pasaron un montón de días haciéndole todo tipo de pruebas, algunas dolorosas y molestas.
En vista de que nadie sabía lo que le pasaba al niño se me ocurrió que podía llamar a Santiago (un primo mío, médico, que trabajaba allí).
Yo vivía prácticamente con Jandrito. Tenía una habitación muy soleada y grande con su cuarto de baño. Yo me duchaba por la mañana y luego me iba a otro baño de los de fuera de la habitación y me ponía “mi pico”. Volvía con Jandrito y charlábamos, paseábamos por los pasillos y veíamos la tele.
Vino Santiago y nada más ver a Jandro que tenía los cachetes siempre rojos, dijo
- Este niño tiene Lupus
Y, efectivamente, eso era lo que tenía Jandrito. En una semana estaba en casa pero con un tratamiento muy fuerte a base de corticoides. Tenía revisiones médicas con mucha frecuencia y, ahora desde la lejanía del pasado, me doy cuenta de que era un niño muy consciente de su enfermedad y de sus citas médicas, la mayoría de las veces era él quien me recordaba a mí las fechas de las revisiones.

Fue pasando el tiempo y cada vez estábamos más enganchados aunque jamás nos pusimos delante de los niños, ellos sabían perfectamente lo que ocurría.

Y por desgracia ocurrió lo que tenía que ocurrir. En una ocasión que me ingresaron en el Hospital Insular para un tema del hígado, me descubrieron que era VIH positivo (Virus de Inmunodeficiencia Humana), más conocido como anticuerpos del SIDA. Recuerdo que cuando se lo estaba contando a mi padre por teléfono desde el Hospital, la gente que me oyó se marchó lo más rápidamente que pudo a otra parte. En aquella época se sabía muy poco o nada del SIDA y la falta de información generaba un estado de pánico en la gente que les hacía salir corriendo pues pensaban que se transmitía por el aire simplemente. Mucho más tarde supimos que sólo lo hacía por la sangre y el semen o secreciones vaginales.

El médico me recomendó hacer analítica a mis hijos para comprobar que no estaban contagiados. Gracias a Dios no era así, podíamos estar tranquilos.
Yo pensaba que Vicente no estaba contagiado tampoco y le dije
- Vicent, mi vida, tú eres un hombre joven y no tienes que sacrificarte por mí. Si decides dejarme, lo comprenderé y así puedes rehacer tu vida con una persona sana.
- me parece que tú estás un poco tonta, Ross, yo te amo y lo que pase contigo lo pasaremos los dos juntos.
Fue maravilloso, en ese momento me sentí muy enamorada y totalmente agradecida.
Besitos a todos/as.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Pedro II

Llamé a mi hermana a Madrid y le dije que me sacara un billete para Pedro que se volvía para su casa. Tuve que contarle lo que había pasado y, lógicamente, ella se lo contó a mi hermano.
Lo sacó de casa un poco por la fuerza, sin ropa, sin nada, y se lo llevó directamente al aeropuerto

- olvídate para siempre de que tienes una mujer en Canarias. Y como se te ocurra volver a poner un pié en ésta isla te llevo directamente a la Guardia Civil, puedes dar las gracias a mi hermana de que no te haya denunciado ya.

La verdad es que yo era muy feliz con Pedro, jugaba tanto con los niños y estaba tan enamorado de mí… me hacía sentir muy especial. Era todo lo contrario de Vicente (tan reservado y nada cariñoso), me adoraba y creo que yo también a él, así que desde el momento en que se marchó me arrepentí de haberselo contado a mi hermana.

Mis hijos me veían muy triste
- Por qué no llamas a papá y le dices que se venga a vivir con nosotros?
A los dos días estaba Vicente en Las Palmas.

Allí fue todo muy mal. Seguíamos con la droga y, sin darnos cuenta, hacíamos mucho daño a los niños.
Trabajábamos con mi hermano en un puesto de frutas y verduras que tenía en el Merca Las Palmas. Vicente en el puesto atendiendo a los clientes y yo arriba en la oficina haciendo la contabilidad. Todos los días le sisábamos dinero de la caja (de las facturas que nos pagaban los clientes). Lo teníamos bien montado, nos pagaban, nos quedábamos con la pasta y desaparecía la copia de la factura. Incluso, una vez Vicente ingresó en nuestra cuenta un cheque de mi hermano de unas facturas que cobró. Los firmaba por detrás para que Vicente los ingresara en la cuenta de la Empresa. ¡Que putada!
Hasta luego a todos/as.

Pedro

Nos fuimos a vivir con mis hijos a un piso en Madrid. Pedro también se ponía y fue él quién me puso mi primer “pico” (Vicente se pinchaba pero nunca quiso que yo lo hiciese.
Tengo que reconocer que aquélla primera vez no me pareció nada especial, pero rápidamente me “enganché”.
Pedro trabajaba con su padre en un almacén de frutas y verduras envasadas y como yo, por ese entonces no trabajaba, cuando salía a repartir con la furgoneta lo acompañaba. Nos parábamos en cualquier descampado y hacíamos el amor en la furgo, luego seguíamos repartiendo.
Llegó un momento en que decidimos irnos de Madrid para “quitarnos”. Hablé con mi hermano Goyo que nos daba trabajo en el puesto que tenía en el Merca Las Palmas y nos preparamos para la gran huída. El día antes de marcharnos dormimos en casa de los padres de Pedro que me querían mucho, pusieron a los niños con su nieto y a nosotros nos dejaron la habitación de la tía.
A media noche me llamó mi hija
- mamá, ven un momento
- qué pasa hija?
- me ha venido la regla y estoy muy asustada
- pero mi niña eso es fantástico, ya eres toda una mujer, mi niña linda (le dije abrazándola con fuerza)
- tráeme una compresa o algo para ponerme
Le preparé yo misma un par de compresas con algodón y gasas hasta que compráramos por la mañana en la farmacia
- prométeme que no le vas a decir nada a nadie, ni siquiera a Pedro
- prometido
Al día siguiente cogimos un avión para Las Palmas. No llevábamos nada de heroína pues habíamos decidido firmemente dejarlo. Cuando llegamos nos estaba esperando Goyo. Nos había alquilado una casa en el barrio de Escaleritas y nos había comprado algunos muebles y una tele. Yo decidí, muy orgullosa, que le pagaría todo.

Pero la realidad fue muy distinta, lo de dejar la droga nos duró dos días, lo justo para que, en cuanto el mono nos empezó a apretar, saliésemos corriendo de casa a buscar a alguien que nos pudiera decir dónde se podía pillar. Preguntamos un par de veces a la persona equivocada pero enseguida encontramos un chaval muy majo que nos acompañó a la parte alta de Escaleritas y nos enseñó en qué casas se podía pillar “con confianza”… Y volvimos a la rutina de siempre.
Lo peor fue un día que Pedro se metió por la noche en el puesto y le robó a mi hermano dinero de la caja. Según él era para ponernos y hacerle un regalo a su madre a la que pensaba visitar en Madrid. No sabía él lo pronto que la vería; lo habían visto saltar la verja del puesto aunque no sabían quién había sido.
Pero lo cierto es que se lo metió todo y cuando se le terminó se llevó la tele para venderla. Cuando llegué a casa, Bea me dijo
- mamá, Pepito (así lo llamaban los niños) se ha llevado la tele.
Me cogí un cabreo tremendo, no sé si por la tele que era lo único que tenían los niños para entretenerse o porque no me había guardado nada, su pongo que un poco por las dos cosas, a mí me parecía imposible creer que me hubiera hecho eso. Yo era incapaz de hacerle algo así a él, aunque en ese momento comprendí lo bajo que puedes caer por la “puta droga”.
Seguiré. Besitos a todos/as.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Los dos solos

Fue pasando el tiempo y, poco a poco, nos fuimos desvinculando de la gente de Vallecas, así como de Vicente y Rosi. Empezamos a parar todos los días con mis cuñados y sus amigos. Íbamos a la Plaza de Las Peñuelas a pasear a mi hija y allí nos veíamos con ellos. Nos poníamos hasta el culo de canutos y recuerdo que los pájaros se nos cagaban encima por el humo. Me imagino que mi hija también se “colocaba” pero por aquél entonces yo no era consciente de ello
- nos vamos a La Sierra de camping?
- Guai
- llevamos la tienda y volvemos el domingo por la noche
- yo dejaré a la niña con mi madre para que no lo pase mal y así podremos hacer lo que nos parezca
- pues quedamos el viernes a las 2 aquí en La plaza
- vale, nos vemos
Fuimos al Pimpollar, nos gustaba muchísimo bajar al río a bañarnos y la verdad es que era fenomenal y precioso, incluso a Vicente y a mí nos lo parecía.

Pero la vida seguía. Vicente y yo empezamos a ponernos mucho y a ir a nuestro aire, los dos solos o con algún compañero ocasional.
VivÍamos en el Guijo (Galapagar), así que íbamos a “pillar” a “Pitis”. Ibamos los dos juntos o uno de nosotros, pero eso era un rollo porque el que se quedaba en casa tenía que esperar a que el otro volviese y cuando le tocaba a Vicente me parecía larguísima la espera aunque el pobre venía super rápido.
Decidimos separarnos un tiempo. Como siempre era yo la que estaba insegura, o más bien “totalmente enamorada” de Pedro (el padre de mi hijo pequeño)Hasta mañana a todos/as.