sábado, 29 de noviembre de 2008

Los dos solos

Fue pasando el tiempo y, poco a poco, nos fuimos desvinculando de la gente de Vallecas, así como de Vicente y Rosi. Empezamos a parar todos los días con mis cuñados y sus amigos. Íbamos a la Plaza de Las Peñuelas a pasear a mi hija y allí nos veíamos con ellos. Nos poníamos hasta el culo de canutos y recuerdo que los pájaros se nos cagaban encima por el humo. Me imagino que mi hija también se “colocaba” pero por aquél entonces yo no era consciente de ello
- nos vamos a La Sierra de camping?
- Guai
- llevamos la tienda y volvemos el domingo por la noche
- yo dejaré a la niña con mi madre para que no lo pase mal y así podremos hacer lo que nos parezca
- pues quedamos el viernes a las 2 aquí en La plaza
- vale, nos vemos
Fuimos al Pimpollar, nos gustaba muchísimo bajar al río a bañarnos y la verdad es que era fenomenal y precioso, incluso a Vicente y a mí nos lo parecía.

Pero la vida seguía. Vicente y yo empezamos a ponernos mucho y a ir a nuestro aire, los dos solos o con algún compañero ocasional.
VivÍamos en el Guijo (Galapagar), así que íbamos a “pillar” a “Pitis”. Ibamos los dos juntos o uno de nosotros, pero eso era un rollo porque el que se quedaba en casa tenía que esperar a que el otro volviese y cuando le tocaba a Vicente me parecía larguísima la espera aunque el pobre venía super rápido.
Decidimos separarnos un tiempo. Como siempre era yo la que estaba insegura, o más bien “totalmente enamorada” de Pedro (el padre de mi hijo pequeño)Hasta mañana a todos/as.

1 comentario:

Unknown dijo...

En ésta época lo pasamos muy bien Vicente y yo, pero faltaba la ilusión el principio y eso fué lo que busqué en el padre de mi hijo pequeño.